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El liderazgo es influencia, nada más y nada menos. 

John C. Maxwell. 1947

Existe discrepancia entre lo que se entiende por líder y jefe. Si bien ambos están relacionados en cuanto al tema de la jerarquización, difieren por mucho de lo que a concepción se trata. Todos hemos escuchado ese cliché de que “El jefe manda, el líder acompaña y enseña con el ejemplo”, y es cierto, pero hay que recordar que habitan en el líder un conjunto de características que lo hacen, valga la redundancia, liderar una empresa, equipo o grupo de trabajo. Uno de los más importantes es el tema de la influencia del líder.

El verbo influir viene del latín influere, que significa deslizarse hacia el interior y, en sentido figurado, «penetrar» en el interior de una situación o de alguien para ejercer un cambio o insinuación. La influencia es un factor importante vista desde dos sentidos: la influencia de terceros sobre nosotros y la influencia que ejercemos sobre otros. En ambos casos suele pasar de manera inconsciente, pero no es así siempre. Existen personas capaces de entender el grado de influencia que tienen en los demás, suelen ser las personas que llamamos “inspiradoras”, ese tipo de personas que se adentran en nuestro inconsciente, de manera intencional o no, y cambian nuestra manera de ver y actuar frente a una situación. La cuestión radica en si estamos conscientes de la influencia que tenemos sobre los demás, y si esa influencia en positiva o no.

¿Recuerdan a ese maestro o profesor que admirabas y te hizo una mejor persona y estudiante? Henry Brooks Adams afirmaba que “Un profesor trabaja para la eternidad: nunca puede decir dónde acaba su influencia”. Los buenos maestros son un buen ejemplo de liderazgo con influencia, ya que suelen ser estos líderes por naturaleza, y lo más importante es que son admirados por la mayoría de las personas que lideran. ¿Cómo logran estos profesionales llegar a ser una influencia para otros? Sencillo: ellos quieren que sus discípulos crezcan y entienden que su trabajo no tiene sentido, no funciona si no llevan una relación amena, cordial y de trabajo en equipo con los demás. Nada fluye si se le coloca un obstáculo, a veces el obstáculo somos nosotros. 

Todas las grandes figuras inspiradoras tuvieron y tienen algo en común, y es que cada una de ellas tuvo un antecesor que las inspiró, que influyó en su manera de ver las cosas, en su trabajo y en sus acciones. Thomas Edison admiraba a Leonardo Da Vinci, se inspiró en su determinismo y fijación de la naturaleza para inventar cientos de objetos, muchos de ellos los utilizamos hoy día, como la bombilla o la cámara de cine. La influencia es importante, dejemos que aquellas personas que admiramos influyan sobre nosotros, tarde o temprano parte de nosotros se convertirá en eso que vemos en los demás, incluso seremos influencia para otros.

Un factor determinante en la figura de liderazgo, capacitado y centrado en lo que se hace, es la resolución de conflictos. El más común que nos encontramos en los ambientes laborales (y otros no tan laborales) es el popular “regaño”. Carolina llegó tarde a su trabajo 3 veces esta semana. Su jefe la llama a su oficina, y sin pedirle explicaciones, le suelta una retahíla de palabras llamando a la puntualidad laboral, explicándole que su puesto puede estar vacante para otra persona que sí lo merezca, desmereciendo sus anteriores esfuerzos y llamándola floja. Su superior, luego de despacharla, se sintió bien al saber que parte de su trabajo estaba siendo cumplido, pues dentro de sus funciones estaba el llamar a capítulo a aquellos empleados que faltaran a sus labores. Lo que no sabía y nunca quiso saber el jefe es que el padre de Carolina había muerto el fin de semana. 

Es normal que existan conflictos dentro de una empresa o institución, incluso, preocúpese si no los hay. Lo que marca la diferencia entre un líder exitoso, una empresa exitosa, es cómo administra sus cuotas de poder a la hora de resolver conflictos. Si atropellamos a los demás con nuestra cuota de poder pasará lo mismo que sucede en una calle con transeúntes y automóviles: alguien saldrá herido, habrá molestia, multas, reconcomio, malestar y posiblemente el agredido abandone la calle y tratará de buscar una ruta alternativa la próxima vez. Por suerte existe algo que todo buen líder sabe usar a la hora de resolver un conflicto, conciliadora, de gran importancia, una herramienta imprescindible con posibilidades infinitas, no es otra que la negociación.

Cuando se habla de negociación lo primero que solemos pensar es en el capital, la transacción comercial con un fin monetario. El término negociación, etimológicamente hablando, tiene otra raíz. Negociación viene del término latino «negotiatĭonegotiatiōnis» que quiere decir oficio, pasatiempo. Los romanos hacían “negocios” luego de salir de sus trabajos, donde entablaban una conversación para llegar a un acuerdo de partes, ya bien sea para comerciar o resolver un problema. En tal sentido, la negociación supone un proceso de diálogo entre dos o más personas o partes entre las cuales existe un conflicto, por lo general motivado a que las partes involucradas tienen intereses en común y otros no tantos. Las conversaciones que se llevan a cabo con la finalidad de lograr un arreglo satisfactorio para ambas partes, independientemente de que el acuerdo se alcance o no, se denomina negociación. El objetivo de una negociación es lograr un acuerdo que resulte satisfactorio para ambas partes. En este sentido, la negociación es el camino más aconsejable para la resolución de conflictos, pues supone la alternativa más civilizada al uso de la fuerza. Negociar implica, en primera instancia dos cosas: escuchar y ser escuchado. Imagínate qué hubiese pasado si el jefe de Carolina hubiese empezado por escuchar cuales eran las razones por las que ella había llegado tarde esa semana. La percepción de él hacia ella, quizá, hubiese sido otra, igual a la inversa. De haber tomado otra actitud, la influencia del jefe sobre Carolina hubiese podido ser positiva y hasta inspiradora. No siempre son las circunstancias, a veces son las acciones las que hacen la diferencia.

Dicen que, al conocerse, toda persona tiene un impacto sobre otra, significativo para muchos, neutro o nulo para otros. La cuestión está en saber qué impacto queremos crear en los demás, qué nivel de influencia queremos proyector en el otro. De algo estamos seguros, los líderes con conciencia plena de sus acciones y motivaciones buscan inspirar, infundir, iluminar, impulsar a sus semejantes, porque entienden que un sistema es un conglomerado de piezas que en sintonía unas con otras, funcionan, marchan, cambian el mundo.

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